NOTA EDITORIAL

TREINTA Y TRES AÑOS DESPUÉS, AQUÍ ESTAMOS

Por Claudia Valerga

Días atrás, revisando la colección de Gente de Ferro, gran parte de ella encuadernada por períodos anuales, alguien nos dijo: “terrible trabajo hicieron, y lo más grandioso, es que lo siguen haciendo”. Miré las cajas de nuevo, tomé revistas al azar, releí viejas notas y concluí que nuestro buen amigo puede que tuviera razón.

El vértigo de los tiempos que corren, la inmediatez de la  tecnología, las pelotas que te patean que con las rodillas raspadas seguimos atajando, te quitan ese momento tan necesario para que la mente se permita pensar. Pensar en que empezamos por aquel 1986 (tomando a nuestro cargo Gente de Ferro) y desde ese año nos propusimos sacar la revista todos los meses de estas más de tres décadas.

33 Años. Ejemplar Nº 404. Capicúa los dos. Suerte, dicen. Me guardo el boleto de colectivo. Y lo miro cada vez que necesito que requiera su ayuda, para enfrentar lo que viene, para capear cada temporal, para sostener en alto la bandera verde, como la esperanza que nos permitimos perder.

Desde hace un par de años, pero acentuándose en el último, las nuevas maneras de presentar la información han variado notoriamente. Ya casi nadie lee (y quizá no lo haga) este tipo de textos. La gente necesita la inmediatez del Instagram o del Twiter. Pero cómo expresar 33 AÑOS en una breve red social, en una foto o en 280 caracteres.

De lo que no se habla es que muchas personas se están quedando afuera de las noticias. Aunque parezca mentira, todavía hay hinchas que nos siguen llamando por teléfono el día antes de cada partido de fútbol, porque no cuentan con el dato del horario de inicio, tan cambiante últimamente. La transición, como todas, no será rápida ni sencilla.

Sorpresivamente, no sólo socios e hinchas a los que le son afines las nuevas tecnologías, continúan “necesitando” tener cada mes su Gente de Ferro. Su revista en papel. La historia escrita con olor a tinta, que quizá pueda morir en una mudanza, en un afán por encontrar sitio para otros usos, en manos de un sucesor o familiar de hincha verdolaga. Para nuestra alegría, no son hechos que ocurran comúnmente. Hay hogares donde la colección permanece a buen resguardo y completa e hinchas que, cada tanto, nos piden “la que les falta”, que puede datar de 20 años.

Nunca sobrarán las “gracias”, ni faltarán los saludos. Jamás sentiremos el cargo de conciencia por malas intenciones, porque nunca las hubo. Eso sí : siempre caminaremos de la mano de la verdad. A los avisadores que nos acompañan durante tantos años, que ya son amigos, y eso se los aseguro, con los que mantenemos esa relación de casi familia, nuestro infinito reconocimiento. Porque sin ellos y nuestros lectores, no habría “Gente de Ferro”. No existiría este “sello”.

Permanentemente, resaltaremos los aciertos, mirando de reojo los errores, sin exaltarlos. Y aunque nos duelan algunos desaires o descortesías, provienen de tan mínimo grupo, que no hieren, sólo dan más fuerzas. La enorme satisfacción que nos produce el cariño de la gente de Ferro nos llena de paz por el trabajo hecho durante estos 33 años. Con decencia. Con denodado esfuerzo. Con amor por el Club. A puro riesgo económico.

Para y por Ferro. Para y por esos lectores de fierro. Para y por los nuevos seguidores de Instagram, de facebook, de la revista digital. Lo nuevo no derrota lo tradicional. Sólo lo potencia, lo refresca y lo aggiorna. Para eso debemos agradecer la invalorable colaboración de nuestros hijos, Silvana y Sergio Cuenca, dos verdolagas desde la cuna, que hicieron posible el nuevo posicionamiento tecnológico.