No pudo ser. La era de hielo se extendió más de la cuenta, y el Mesías estaba guardado bajo cuatro llaves, a unos pocos pasos, sin ser visto. Si la fábula no exenta de realismo daba cuenta que en 19 años de no poder abandonar el fútbol de ascenso nunca peleamos nada, al menos esta vez, de la mano de Jorge Luis Cordon pudimos lograrlo y por esas cosas del fútbol (un punto perdido en el camino) quedamos en la puerta del reducido que nos hubiera permitido discutir el segundo ascenso en un momento sublime del equipo.
Pero era difícil en los papeles y ya no tiene sentido lamentarse de el porqué no se cambió a Alejandro Orfila cuando, antes del receso, había dado muestras suficientes de que el barco andaba sin rumbo, o para mejor expresar, quedaba sin combustible en los segundos tiempos, cuando los partidos suelen definirse.
Pero eso ya es historia. La ilusión ha llegado de la mano del “Gordo”, un héroe del que apenas teníamos el antecedente de “dejar todo en cancha” en su época de jugador, y un coherente trabajo en las divisiones inferiores, con varios pibes emergidos de ella y potencialmente aptos para Primera.
Poco tiempo necesitó para que el equipo jugase diferente. El debut como “interino” primero ante Instituto y después en cancha de Témperley ya mostró otra partitura. El protagonismo de Ferro esa noche fue determinante para ponerse 2 a 0 arriba y por momentos, con baile, aunque una vez más la base física no resistió y se terminó empatando un encuentro ampliamente favorable.
En el partido siguiente Ferro definitivamente cambió su fisonomía. Jugando con autoridad, criterio, con la pelota a ras del piso y jugadores concentrados; ritmo sostenido, relevos, llegadas… otra cosa.
Como consecuencia de ello los resultados empezaron a darse. Ya físicamente se vislumbraba otra respuesta y ahora todo los partidos se manejaban con la misma intensidad de comienzo a fin. Se estaba jugando a otra cosa, con un libreto y con actores que ya no eran de reparto, sino protagonistas.
Dos a cero a Mitre, 1 a 0 como visitante en Chacarita, 5 a 1 goleando a Morón, 1 a 0 ganando otra vez afuera, en Mendoza; sendos empates con Quilmes y Sarmiento en Junín y un último triunfo ante Brown de Adrogué, terminaron cerrando un ciclo de 9 partidos invicto, con 5 triunfos y 4 empates.
Y cómo habrá sido el cambio que jugadores que eran muy cuestionados en el ciclo Orfila, traídos por él, hasta terminaron encajando en el sistema Cordon con absoluta normalidad.
Hablamos de Walter Busse, de Renzo Tesuri, por citar los, incluso Tomás Asprea, que pudieron mostrar otras credenciales cuando tuvieron la nueva oportunidad.
Hoy es tiempo de distención. No habrá fútbol prácticamente por tres meses y medio y en ese tiempo algunos contratos finalizarán. Confirmado el cuerpo técnico, ya con Garré y Ale Saccardi aportando en el entorno, vemos un futuro más alentador de cara al próximo torneo.
Algunos jugadores deberán irse. Con otros se intentará llegar a un entendimiento para que continúen y varios pibes irán teniendo un lugar que no encontraban.
Seguramente los posibles refuerzos llegarán para cubrir puestos clave que queden diezmados. Escasos y concretos. Hay tiempo y estamos tranquilos. El plantel hoy está en buenas manos.